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Este potente narcótico tampoco deja restos en el organismo que lo ingiere, por lo que las Fuerzas de Seguridad tampoco pueden confirmar a ciencia cierta su presencia en todos los casos de personas que han sido drogadas y robadas. El exótico nombre de burundanga responde en realidad al principio activo de la escopolamina, un alcaloide que se encuentra en un arbusto llamado belladona.
Esta sustancia tiene algunos usos médicos, como sedante o dilatador de pupilas en estudios oftalmológicos, así como para el tratamiento de enfermedades nerviosas como el parkinson o para combatir los espasmos.
Sin embargo, fuera de control, puede convertirse en un potente narcótico capaz de anular la voluntad de quien lo toma, que queda a merced de la persona que se lo ha administrado. La emplean ladrones y violadores para reducir la resistencia de sus víctimas.
En España puede comprarse por internet sin demasiadas dificultades y cada dosis puede costar entre diez y doce dólares. Los envíos generalmente vienen casi todos de Colombia por correo ordinario. Es, por tanto, muy difícil de combatir para la Policía y la Guardia Civil, puesto que la planta no se cultiva -al menos con fines criminales- en España ni, que se sepa, se ha detectado la existencia de ninguna red organizada en el país dedicada a la distribución de venta de la escopolamina.
Entre otras cosas porque, si la dosis cuesta diez dólares, es tan barata que no merece la pena montar una infraestructura de venta, que apenas resultaría rentable para los traficantes. De esta forma, sólo es posible luchar contra los compradores puntuales del producto, que generalmente lo adquieren con intenciones criminales. Los cuatro casos registrados en Sevilla ocurrieron en burdeles. La víctima, un hombre de 47 años, pasó la noche con dos mujeres en el burdel.