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Alexandra Kohan es la feminista que incomoda al feminismo. La psicoanalista y docente de la Facultad de Psicología de la UBA, empuja a repensar los discursos instalados desde algunos sectores del movimiento de mujeres y coloca signos de preguntas donde antes había exclamaciones. Primero, tendríamos que definir qué es ese término nuevo.
Porque como es tan nuevo se fue llenando de significados y al final nadie sabe bien qué quiere decir. Cada uno lo rellena. Lo que yo encontré es que, en general, es enunciado por mujeres y que se le exige al varón o al par.
Sin embargo, veo que es una exigencia de ciertas mujeres hacia ciertos varones. Esa es una cuestión con la que yo ya no acordaría porque el partenaire puede ser cualquiera…. Después, también me cuesta pensar cosas a priori porque van a funcionar como un prejuicio a la hora de escuchar. El asunto es que la posición del analista nos exige sacarnos esos prejuicios de encima para poder escuchar la singularidad.
Ahora, imaginate en términos de mujer y varón… Yo no tengo idea lo que es una mujer, lo que es un varón. Entonces, son dos cosas: no esencializar y después no generalizar. No la podés ayudar mucho. Y ponerte en el lugar de ella es sacarla de ese lugar. La empatía tiene un doble filo: por un lado, pareciera ser algo virtuoso y que sirve para ayudar a otro, y en realidad uno poniéndose en el lugar del otro, saca al otro.
No soporta la otredad como tal, que es que el otro es distinto, piensa distinto y responde totalmente distinto. Termina siendo un poco banal. Entonces menciona, por ejemplo, que los padres empatizan tanto con los hijos que no les quieren poner límites, que no quieren que lloren. Es eso: armar una mismidad con el otro que impide recortar una otredad radical.